Día Cinco
Vibrante, rojo y enardecido
Viernes de furia y alegría
De vértigo y lujuria
de insensatez y fantochería
de oficinas blancas y ausentes
de migrantes de la noche
De incendios y sudor
De ojos en llamas
De insomnio de dos ojos que se miran
como dos fulminantes espejos de agua
Viernes que evoca histeria
luna plateada, regordeta y glotona
que enciende a la locura de salir de la monotonía
De vestir de fiesta a las corbatas y colgar los trajes
grito lobezno que aúlla en las cuevas de luces estridentes
música de estrellas volcánicas
Viernes anhelado y detestado
de reencuentro de los enamorados
de dos culpas
que se cruzan en las calles de la niebla anónima
Vuela por los aires la misma ligereza
La virtuosidad se quema
Viernes veloz y errático
de choques estruendosos
de copas y bocas, de besos y lágrimas
Viernes de campos de cebada
de primeros encuentros
de repeticiones y escape
Viernes de no escribir, de vivir
y morir de ganas de viernes
de soñar que siempre es 5 en el calendario
Viernes antelación sabatina
descanso del séptimo día
Viernes de melancolía y miradas opacas
de recolección de basura nocturna
de desperdicio y derroche
Viernes al fin viernes
dos veces viernes para ser la compensación
de una semana lenta y agónica
Viernes agrio para el silencio
Flemático para el escritor
que anhela la pulcritud del blanco lunes
el borrador de los actos del fin de semana
el antagonista de todo exceso de viernes
El primerizo Lunes, tímido fantasma
Lunes seco y lúcido
Zen de los días
Comentarios
Publicar un comentario