Escape



Las palabras se extienden, se tensan, se rompen, se cristalizan. Flotan y danzan al vacío. Se esconden en un parpadeo, ondean, se hunden y regresan a la profunda noche. Despacio se anidan, resisten y se encadenan para no pronunciarse. Galopan, vuelan, crecen cautivas, corren de madrugada, y amanecen en puntillas. Florecen en el gélido espacio que nos reúne. Se liberan, se rinden, resbalan y caen con el paso del impulso. Juegan a ser y a querer surgir en el espacio de la inmensidad que nombran. Se hacen murmullo, música de las esferas, miradas, tenues suspiros.

Las palabras, emergen del cosmos, colisionan. Y se esparcen una a una en el aire que todo lo rodea para atravesar los mundos. Deshacer el tiempo, penetrar la piel y derramarse dentro del latido que pulsa su voz enmudecida. Y gritan, hacen eco, alumbran los cuerpos desnudos. Revelan las almas, la esencia que somos. Se dibujan, y finalmente se desdoblan en los pulmones. Y chocan contra el pecho como finas gotas de lluvia, atraviesan los átomos. Retornan el viaje vencidas por el deseo. Se besan por vez primera y aparece su silueta en el borde de la lengua, en la saliva espesa. Se cortan entre los dientes apretados y ya casi sin vida, se agitan, vibran. Se escapan de los labios para contar y contradecir. Para llegar y abandonar. Para jurar y mentir. Para abrazar y empujar. Para escupir un adiós y salvarnos del silencio.

 

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